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The Winter’s Tale, 1611

Tragicomedias románticas

Tercera de las tragicomedias románticas o romances (cuentos caballerescos) del último período creativo de Shakespeare. El título alude al carácter de historia fantástica del texto, como para ser contado alrededor del fuego. Tiene elementos trágicos, pero sobre todo de comedia pastoril. Aunque todo ello se refiere a la forma: de nuevo, Shakespeare vuelve a crear una obra propia, con implicaciones psicológicas, imposible de clasificar.

Está basada en Pandosto (1588), novela del escritor inglés Robert Greene, que a su vez se inspiró en un cuento popular recogido, entre otros, por Chaucer en los Cuentos de Canterbury (s. XIV) y por Feliciano de Silva en su Amadís de Grecia (1530). Cervantes nombra a de Silva en Don Quijote (1605), para parodiarlo: «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi corazón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura». Como en muchos casos al respecto de las fuentes literarias, en éste nos encontramos con que Chaucer y/o de Silva toman su relato de Boccacio, y éste de la tradición oral.

La curiosidad más célebre de la obra es la acotación escénica «Sale, perseguido por un oso». La leyenda al respecto nos habla del pavor (o el fervor) del público ante el animal, que ni siquiera sabemos si era real o representado por un actor disfrazado.

Aunque para la trama es irrelevante, los escenarios se reparten entre los reinos de Sicilia, isla del sur de Italia, y Bohemia, en la actual República Checa, a la que se atribuye erróneamente tener costa (detalle que ya aparece en Pandosto).

Palacio de Leontes, rey de Sicilia amigo desde la infancia de Políxenes, que se halla allí de visita. Políxenes anuncia a Leontes que al día siguiente se marchará. Hermiona (Hermione, en el original), la reina de Sicilia, atendiendo a los deseos de Leontes, ruega a Políxenes que se quede una semana más, y lo consigue. Sin embargo, Políxenes ve demasiada confianza entre su mujer y su amigo.

Surgen los celos salvajes (y autoinducidos) en Leontes, hasta el punto de ordenar al noble Camilo envenenar a Políxenes. Camilo decide abandonar la Corte antes que ejecutar esa loca orden, y pone los hechos en conocimiento de Políxenes, al que aconseja marcharse con él cuanto antes.

Hermiona, embarazada, pide a su hijo Mamilio que le relate un cuento. Es invierno, y el joven decide que será una historia triste, con duendes y apariciones. Comienza la narración: «Érase un hombre que vivía cerca de un cementerio». Pero entonces irrumpe Leontes, al que han informado de la salida apresurada de Políxenes con Camilo, y ordena separar a Mamilio de su madre. Leontes afirma que el hijo que espera Hermiona es de Políxenes. Ella lo niega, pero Leontes ordena encarcelarla por adúltera.

Leontes comunica al noble Antígono que, pese a estar seguro de sus sospechas, ha enviado a los caballeros Cleómenes y Dión al templo de Apolo en Delfos (Grecia), para consultar el oráculo.

Paulina, esposa de Antígono, va a ver a la reina a la cárcel. Allí, la reina ha dado a luz a una niña. Paulina se lleva a la niña para presentarla ante el rey y que éste se enternezca y revoque sus órdenes.

Mamilio ha enfermado de tristeza. Paulina muestra valientemente al rey a la recién nacida, pero éste monta en cólera. Los nobles le convencen de no quemar a la niña, y Leontes ordena a Antígono que la lleve lejos del reino y la abandone.

Se celebra un juicio contra Hermiona, en el que se le acusa de adúltera e instigadora del futuro asesinato de su marido. Ella lo niega todo, pero el rey insiste. El texto traído del oráculo de Delfos es abierto y leído: exculpa a Hermiona. Leontes afirma que el oráculo es falso. Pero inmediatamente un criado anuncia que el príncipe Mamilio ha muerto. Leontes cambia de actitud y se da cuenta de su locura. Hermiona se desmaya por la muerte de su hijo. Y para rematar, Paulina, la voz de la conciencia del rey, anuncia la muerte de Hermiona.

Antígono se encuentra en las costas de Bohemia, en un día especialmente plomizo. Desembarca y deposita a la recién nacida, junto con documentación y monedas. Cuenta que esa noche ha soñado que se le aparecía el espíritu de Hermiona, le decía que pusiera por nombre Perdita a su hija y la dejase en Bohemia. Antígono cree que esa petición se deriva de que la niña es hija de Políxenes (suposición falsa). Cumple su cometido y cuando va a volver al barco, un oso le persigue.

Un pastor encuentra a la niña y su equipaje, y luego su hijo (un «bobo») le cuenta al pastor que ha visto cómo un barco naufragaba en la costa mientras un oso se comía a un caballero que decía llamarse Antígono.

Entra el Tiempo, que hace de coro y explica que han pasado dieciséis años, y Perdita ha vivido como hija del pastor y ahora es una bella joven. Camilo quiere volver a Sicilia, pero Políxenes le dice que lo necesita en Bohemia. Florisel, el hijo del rey Políxenes, se ausenta frecuentemente de la Corte (como Hal en Enrique IV), y suele hospedarse en la casa del pastor acomodado que tiene una hija de rara distinción.

Camilo accede aquedarse un tiempo más en Bohemia, para investigar las andanzas del príncipe, disfrazándose tanto él como el rey de trasquiladores. El pícaro Autólico hace creer al bobo que ha sido asaltado, mientras le roba el dinero. El bobo continúa su camino hacia el mercado, donde ha de comprar las viandas para la fiesta que prepara Perdita.

En la fiesta de la esquila del cordero, Perdita se ha disfrazado de dama de alcurnia, mientras que su amado Florisel lo ha hecho de pastor, haciéndose llamar Doricles. Llegan Políxenes y Camilo disfrazados, y son recibidos por Perdita. Ésta reparte flores, adecuando cada una a la edad del receptor, según sean de primavera, verano o invierno. Políxenes sentencia que la joven deja suponer por su actitud que está por encima de su condición. Una vez más (como en Cimbelino y otras obras) se da por supuesto el mito de que la nobleza se transmite por la sangre.

Entra Autólico, esta vez como buhonero y cantando las excelencias de sus mercancías (entre las que se encontraría, según algunos traductores, un dildo o consolador: improbable, puesto que el término dil-do es usado en las descripción de sus versos y no de sus baratijas). Todo rezuma alegría bucólica y chanzas, hasta que los dos enamorados deciden casarse allí mismo, y Políxenes se quita el disfraz enfurecido, dando al traste con la fiesta. Camilo ofrece su ayuda a la joven pareja, que planea huir: llegarán hasta Sicilia y se presentarán con sus cartas ante Leontes, que los protegerá.

Autólico ha vendido todas sus baratijas, y ha aprovechado la expectación de sus canciones para robar cuantas bolsas ha podido. A Camilo se le ocurre que Autólico y Florisel intercambien sus ropas. Perdita también se disfraza. Luego va a avisar Políxenes de que su hijo ha huido con Perdita, y así poder zarpar con el rey persiguiéndolos.

El pastor y su hijo el bobo se dirigen a la Corte para desvelar el secreto de Perdita y así evitar ser castigados. Autólico les sale al paso, vestido de cortesano con la ropa de Florisel, y les saca dinero con la promesa de llevarlos hasta el barco del rey.

En Sicilia, Leontes aún se lamenta de la muerte de su esposa, que Paulina se encarga de recordarle. Cleómenes y Dión opinan que el rey debe olvidar y casarse de nuevo. Paulina hace prometer al rey que no se casará sin su consentimiento. Y eso será sólo si aparece una mujer igual que Hermiona.

Llegan Florisel y Perdita ante Leontes, pero inmediatamente después lo hacen Políxenes con Camilo, el pastor y su hijo, y Autólico. Todo parece teminar favorablemente, pues los dos reyes se congracian, Perdita es reconocida, y hasta el pastor, su hijo y Autólico son admitidos como cortesanos.

Pero aún hay más. Esa noche se celebra una cena en casa de Paulina. Allí hay una estatua que representa a Hermiona, con el aspecto que tendría hoy, dieciséis años después de su muerte. La estatua baja de su pedestal y ella y el rey Leontes se abrazan. La estatua, que en realidad es Hermiona, cuenta que se ha mantenido con vida al saber que el oráculo predijo que Perdita se salvaría. Leontes, en agradecimiento a Paulina por devolverle a su esposa, le ofrece la mano de Camilo.

Lo que comienza con una terrible trama de celos injustificados pasa después a ser una comedia pastoril y termina con felices escenas de solemnes arrepentimientos. Brillante en todo momento, el autor aprovecha los vericuetos narrativos para ensartar sus personajes eternos, como en todas sus mejores obras. Y a través de esos personajes (Leontes, Perdita, Florisel, Paulina, Autólico) va entregando sus reflexiones acerca del comportamiento humano, del arte y la naturaleza, del amor y del arrepentimiento.

En 1968 se estrenó una versión cinematográfica, que en realidad no era más que una grabación de su representación teatral en el festival de Edimburgo de 1966, realizada por Frank Dunlop y protagonizada por Laurence Harvey. Se espera la producción de un filme sobre la obra para 2009, dirigida por Waris Hussein y con Derek Jacobi en el reparto.

Algunas de las sentencias que contiene la obra:

El silencio de la pura inocencia persuade a menudo allí donde la elocuencia fracasa.

La prosperidad es el verdadero lazo de los enamorados.

Aunque el poder sea un oso testarudo, con frecuencia se le lleva de la nariz con oro.

 

Referencias externas

Referencias externas

Ficha de la obra, en Biografías y Vidas:

http://www.biografiasyvidas.com/monografia/shakespeare/cuento.htm