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The Spanish Tragedy, 1587

Tragedias

La literatura inglesa en la época de Isabel I constituyó el elemento cultural del paso de la Edad Media a la Moderna. William Shakespeare eclipsa con su genio a todos los demás escritores del momento, pero autores como Ben Jonson,  George Chapman, John Fletcher, John Ford, Thomas Middleton, Thomas Nashe, John Webster, Christopher Marlowe y Thomas Kyd merecen también ser recordados.

Thomas Kyd (1558-1594) fue uno de los iniciadores del teatro isabelino y compartió vivienda con Christopher Marlowe. Cuando Kyd fue detenido por orden del Consejo Real, acusado de divulgar panfletos heréticos, éste declaró que los documentos que le fueron requisados pertenecían a su compañero. Pocos días después, Marlowe fue asesinado.

Las referencias más recurrentes acerca de Kyd tienen que ver con su supuesta autoría del Ur-Hamlet, versión primitiva del Hamlet de Shakespeare. Pero no son más que especulaciones sin pruebas. Lo que sí parece cierto es que Thomas Kyd escribió la obra de teatro La tragedia española (The Spanish Tragedy, 1587, conocida en su día también como Ieronymo), precedente de lo que se ha dado en llamar tragedias de venganza. Este tipo de dramas, que contienen pasajes extremos y sangrientos, fue explotado durante décadas, hasta que a mediados del siglo XVII las condiciones políticas y su propia repetición terminaron dándoles la puntilla.

Como apunta el profesor José Payá, traductor al castellano de La tragedia española, la obra “tendría que interesar al público hispanohablante”, aunque sólo fuese por el título. En su día, fue una de las obras más populares e influyentes. Hoy sólo se la nombra de pasada en resúmenes sobre la literatura inglesa.

En 1602, el texto fue corregido y aumentado en 325 líneas por, según parece, William Shakespeare.

La primera escena, que actúa de introducción de la obra, presenta al fantasma de don Andrés, caballero español, relatando a la personificación de la Venganza los hechos acontecidos antes y después de su muerte. Tras mantener relaciones con Bel Imperia, una dama de alcurnia, luchó en la guerra contra Portugal y murió a manos del príncipe Baltasar. Después de pasar por distintas dependencias infernales (“donde los usureros son ahogados en oro candente; los lascivos abrazados por horribles serpientes; los asesinos gimen cubiertos de heridas que nunca los matarán; los perjuros son escaldados con plomo hirviente; y todos los pecadores aplastados por tormentos”), al final Proserpina, con el consentimiento de Plutón, lo envía en presencia de la Venganza. Ésta le invita a contemplar la obra de teatro: “Sentémonos aquí a ver el misterio y seamos el coro de esta tragedia”.

El contexto histórico en el que se desarrolla la trama es la anexión de Portugal en 1580 por parte del rey de España Felipe II (que se prolongaría hasta 1640). Las fuentes de Kyd son las crónicas de la época; y sus referencias, las tragedias de Séneca (filósofo y escritor romano del siglo I), repletas de violencia, y la fama de villanos vengativos de los italianos (personificada en Maquiavelo), y por ende de los españoles (algunos nombres propios y frases de La tragedia española son italianos).

El ejército español vuelve a la Corte, victorioso en su batalla contra Portugal (inspirada en la de Alcántara, 1580). Don Andrés ha caído muerto en una refriega con el príncipe de Portugal, Baltasar; Lorenzo, sobrino del rey, y Horacio, hijo de Jerónimo, Justicia de España, llevan preso a Baltasar. Los dos se atribuyen la captura de éste. El rey ordena que Lorenzo custodie a Baltasar.

En Portugal, el Virrey pregunta a sus nobles por la suerte de su hijo. Alejandro le sugiere que estará preso de los españoles, pero Vil Lupo (personaje que hace honor a su nombre) asegura al rey que Alejandro mató al príncipe Baltasar. El Virrey cree a Vil Lupo y Alejandro es apresado.

Bel Imperia, hermana de Lorenzo y amada del recién fallecido don Andrés, es informada por Horacio de las circunstancias de su muerte. Ella decide que a partir de entonces su amor será para Horacio, con el objeto de vengar a don Andrés. Baltasar se declara a Bel Imperia, pero ella no le corresponde. Lorenzo da esperanzas a Baltasar, al que llama lisonjeramente “mi señor”.

Se celebra una cena convocada por el rey de España, con el embajador de Portugal y todos los demás. Jerónimo prepara una mascarada con actores que representan episodios históricos relacionados con Inglaterra, Portugal y España. El fantasma de don Andrés se queja de que su asesino esté disfrutando de tales recreos y la Venganza le consuela: pronto cambiará todo.

Baltasar se lamenta a Lorenzo de que Bel Imperia no le hace caso. Lorenzo obliga al sirviente Pedringano a confesar a quién ama Bel Imperia. Pedringano desvela que se trata de Horacio. Lorenzo le pide que le avise cuando los dos amantes tengan su próximo encuentro. Baltasar se propone matar a Horacio con la ayuda (e incitación) de Lorenzo. Bel Imperia y Horacio fijan una cita amorosa en el jardín del palacio de Jerónimo. Baltasar y Lorenzo, que están espiándoles, se dan por enterados.

El rey de España ha decidido concertar una boda entre su sobrina Bel Imperia y Baltasar, para sellar la alianza con Portugal. Horacio y Bel Imperia se encuentran ya en el jardín, en una idílica escena amorosa. Entran Baltasar y Lorenzo y cuelgan de un árbol a Horacio y lo apuñalan, llevándose a Bel Imperia. Jerónimo se despierta con los gritos y descubre a su hijo colgado y muerto. Luego aparece Isabel, su esposa. Los dos se lamentan amargamente y Jerónimo jura venganza. El fantasma de don Andrés vuelve a quejarse de lo que presencia, pero la Venganza le pide que aguarde.

De nuevo en Portugal, el virrey ordena la muerte de Alejandro, espoleado por Vil Lupo. Cuando Alejandro está a punto de perecer en la hoguera, llega el embajador portugués de vuelta de España y comunica que Baltasar vive. El virrey ordena desatar a Alejandro y torturar a Vil Lupo hasta la muerte.

Jerónimo encuentra una carta escrita con sangre en la que Bel Imperia acusa a Baltasar y a Lorenzo de la muerte de Horacio. Decide comprobar si lo escrito es cierto antes de pasar a la acción. Se encuentra con Lorenzo y disimula. Pero Lorenzo sospecha que Jerónimo puede saber algo por culpa de Severino, criado de Baltasar. Así que ordena a Pedringano que mate a Severino. Pero tiene la idea añadida de que esa muerte sea observada por la guardia real. Pedringano mata a Severino y los guardias lo arrestan para llevarlo en presencia del Justicia, Jerónimo.

Sabedor Baltasar de que ha muerto su criado, se dispone a acelerar el proceso de ajusticiamiento de Severino. El malo de la obra, Lorenzo, lo ha urdido todo para que no queden testigos de la muerte de Horacio y alardea de ser él quien tiende las trampas y Baltasar el que cae en ellas. Además hace llegar a la celda de Pedringano una caja donde manda decirle que está su orden de perdón. Pedringano va a la horca confiado y se burla de su condena ante el verdugo y Jerónimo. Pero la caja es abierta, está vacía y es ahorcado.

Jerónimo, el personaje con más profundidad de la obra, sigue lamentando la muerte de su hijo. El verdugo le entrega una carta que portaba Pedringano, en la que acusa a Baltasar y Lorenzo. Al contener la misma información que la carta de Bel Imperia, confirma que todo es cierto.

Isabel, la madre de Horacio, está enajenada por la muerte de su hijo, y corretea y lanza frases inconexas mezcladas con otras elocuentes. Bel Imperia se encuentra retenida por su hermano Lorenzo, alejada de la Corte, pero ahora que los dos criados testigos han muerto, es liberada de nuevo. Lorenzo le cuenta una sarta de mentiras y luego pretende que acepte el amor de Baltasar, que pone la puntilla soltando frases cursis.

Unos portugueses están buscando la casa del duque de Castilla (hermano del rey) para ver a su hijo Lorenzo. Preguntan a Jerónimo, que les indica que lo encontrarán bañándose en sangre de inocentes, tras unas cuantas alusiones retóricas más a la muerte y el delito. Los portugueses se ríen, creyendo que Jerónimo simplemente chochea. Jerónimo se presenta luego ante el rey, que está celebrando las buenas noticias de Portugal (el virrey acepta la boda de su hijo con Bel Imperia). Pero su estado alterado y su prudencia le impiden acusar abiertamente a Lorenzo todavía.

Varios ciudadanos acuden ante Jerónimo por diversos pleitos legales. Éste se fija en uno de ellos, anciano, que ha ido a denunciar la muerte de su hijo. Jerónimo navega entre la realidad y la ficción, confundiendo al anciano con su hijo muerto.

Llega el virrey de Portugal hasta la corte de España (atravesando el mar, según el autor) para asistir a la boda concertada. Y el duque pregunta a su hijo Lorenzo que por qué se rumorea que está en contra de Jerónimo, tan querido por el rey. Lorenzo dice que son habladurías.

Se produce un encuentro entre Jerónimo y el duque de Castilla, en el que todo parece quedar aclarado y Jerónimo declara su afecto por Lorenzo (asesino de su hijo). El fantasma de don Andrés vuelve a escandalizarse y a quejarse a la Venganza, que se estaba echando un sueñecito. De nuevo ésta se encarga de calmarlo.

Bel Imperia y Jerónimo se alían para vengar a Horacio. Lorenzo y Baltasar ejercerán de actores en un drama escrito por Jerónimo para ser representado ante el rey. Bel Imperia se suma al elenco. Jerónimo explica que se trata de la historia de Solimán y Perseda, tragedia en la que mueren todos los personajes principales, en la que también él tendrá un papel. Además, propone que cada personaje hable en una lengua distinta: latín, griego, italiano y francés. Baltasar repone que el público no entenderá nada, pero Jerónimo dice que saldrá él al final a explicarlo todo.

Isabel, enajenada, corta las plantas del jardín donde asesinaron a su hijo Horacio, en la creencia de que su marido ha perdonado a los culpables, y luego se suicida. Mientras, su esposo Jerónimo prepara el escenario para su representación.

Se pone la obra en escena, con el rey de España y el virrey de Portugal como principales espectadores. La trama coincide con los sucesos reales, y en ella mueren tanto el amado de la protagonista como el pretendiente de ésta, causante de la primera muerte. Y también ella, que se suicida.

Al final sale Jerónimo para explicar que él tiene un hijo realmente muerto, y enseña su cadáver en el escenario. Añade que las tres muertes de la obra se han producido realmente (él ha matado a Lorenzo y Bel Imperia a Baltasar, antes de suicidarse). Se arranca la lengua para no seguir hablando y cuando le obligan a escribir pide un cuchillo para afilar la pluma. Con éste, mata al duque de Castilla y luego se suicida.

Los supervivientes, el rey de España (que acaba de perder a su hermano y a dos sobrinos) y el virrey de Portugal (que ha perdido a su hijo y a su futura nuera), celebran las exequias. El fantasma de don Andrés se muestra satisfecho al fin ante la Venganza, puesto que han muerto todos sus enemigos. Para finalizar la obra, pide que cada uno de ellos sustituya en sus suplicios a los distintos héroes mitológicos castigados por los dioses.

La influencia de Kyd en Shakespeare se hace evidente, ya no porque quizás escribiese el Hamlet primitivo, sino porque La tragedia española contiene numerosos elementos concomitantes con el Hamlet definitivo: la locura producida por la muerte de seres queridos, que lleva al suicidio (Isabel/Ofelia); la locura fingida para ejecutar la venganza (Jerónimo/Hamlet); la representación de una obra de teatro (el “teatro dentro del teatro”) para evidenciar un crimen (Solimán y Perseda/La ratonera); la utilización de una corte extranjera para dar rienda suelta a historias sobre enfrentamientos de la nobleza (Dinamarca/España); la inclusión de un fantasma que pide venganza (don Andrés/Hamlet padre), etc. Pero conviene dejar claro también que lo que en Thomas Kyd es sólo una eficaz trama trágica, en Shakespeare es todo un espejo de la condición humana con una carga de profundidad carente en el resto de sus contemporáneos.

Tampoco hemos de dejar pasar la opinión de críticos como Harold Bloom, que afirman que existe la posibilidad de que la influencia sea inversa: el Ur-Hamlet sería simplemente una primera versión escrita por el propio Shakespeare, y La tragedia española una obra posterior influida por aquélla.

Sea como fuere, sirva este texto para aportar datos sobre Thomas Kyd a la bibliografía en castellano sobre el teatro isabelino publicada en Internet.

Actualización septiembre 2013:

El visitante de nuestra web Shakespeare total con nick Dadivochev nos informa de que una parte de esta obra podría estar escrita por Shakespeare:

Cuentan en ABC.es que 325 líneas de la edición de 1602 de «La Tragedia Española» podrían ser obra de William Shakespeare. Según analiza una investigación de la que se hace eco The New York Times, es muy probable que fuera así y que no perteneciera a quien normalmente se asocia, Thomas Kyd.

La información, aquí:

http://www.abc.es/cultura/libros/20130912/abci-shakespeare-obra-desconocida-201309111906.html

Actualización octubre 2013:

Se añaden otras dos obras a la lista de colaboraciones de Shakespeare:

http://www.abc.es/cultura/teatros/20131015/abci-huella-shakespeare-201310151118.html

 

(Artículo de Antonio Tausiet reproducido de aquí)